En el colectivo, los estornudos y las conversaciones sobre
extracciones dentarias de los estudiantes de odontología se mezclaban con los resultados de un
supuesto partido de fútbol (¿o de
rugby?). Yo estaba sumergida en mis pensamientos planteándome situaciones ¿estúpidas?, por ejemplo, quería que alguien
gritara algún verso alejandrino sin ningún fundamento visible pero con
convicción voraz y voz egoísta que permitiera romper con la monotonía del
momento. Pero de pronto una conversación llamó mi atención. Una chica, sentado
junto a un chico, quien le estaba indicando la parada correspondiente después de
escuchar el lugar de destino, hablaba de calles, de números de colectivos…Ella
sacó su celular y presionó, en su pantalla táctil, varios números.(El teléfono
de él, tal vez…) Algunos bajaron, otros subieron y sin querer quedé más cerca de ellos. Pero
automáticamente él me ofreció el asiento, abandonó el transporte y ella siguió viaje sumergida en su celular, el
cual no soltó pero dejó, en un momento, sobre sus piernas, lo que me permitió ver su foto de pantalla: ELLA
sonriente en un sugerente primer plano.
Esta apacible tontera
me motivó a una pequeña y personal investigación. Me obsesioné durante
unos días con los fondos de pantalla ajenos. Vi celulares masculinos con fotos
de novias, con nombres de empresas telefónicas, con Mario Bross, con paisajes,
con amigos, con mascotas, con hijos, con abuelos, y volví
a encontrarme con fotos individuales de los dueños. Noté que nunca me había
percatado de que algunas de mis amigas llevan constantemente su foto en la
pantalla, la propia (individual, solitaria), sí, son ellas y se ven cuando consultan
la hora, cuando reciben un mensaje, cuando cortan una llamada, cuando por
inercia desbloquean el celular… y realmente me asusté. No puedo entenderlo. ¿Con
qué necesidad? ¿Por qué hay que verse ahí? O mejor dicho ¿Para qué verse entre
los íconos del celular? Si después, seguramente, te volvés a encontrar con tu
cara o tu físico en el espejo, en la fotos de Facebook, en Twitter, en Google
+, en Whatsapp, en MSN o en… Definitivamente, Narciso, es el rey de la era
digital.