sábado, 22 de junio de 2013

¿Cómo controlar las ideas que nos generamos sobre los otros?


 Aunque no queramos, lo hacemos a diario. Imaginamos la vida del vecino con el que sólo compartimos un “hola, qué tal” y criticamos, “sin querer queriendo”,  las actitudes  de algunos de nuestros conocidos, sin estar al tanto de ciertos aspectos ¿Por qué? Porque creemos que los conocemos, y esto nos habilita a opinar, imaginar o callar.
Ahora bien… ¿Cómo actuar cuando de la otra persona lo único que tenemos es una historia en primera persona relatada a través de letras virtuales?  (Y acá comienza lo autoreferencia) Ustedes, que posan los ojos por aquí, hoy, a veces o siempre, tal vez tengan una imagen mental de lo que soy o de lo que parezco ser ¿No? (Bueno, si no es así, lamento decirles que yo sí me he generado una idea de ustedes) Y esa representación, posiblemente,  no coincida en su totalidad con ciertos aspectos reales, ya sea porque no se logran vislumbrar o porque no forman parte del imaginario de quien los idea.

 Durante unos años mantuve una conversación vía MSN con un chico que no sé bien cómo apareció entre mis contactos. Al principio las charlas eran esporádicas pero, con el correr del tiempo, se volvieron necesarias. Lo que más me gustaba de los diálogos, era que ninguno de los dos, como por un acuerdo tácito, durante mucho tiempo, tuvo foto de perfil y aunque era raro en esta era de Narcisos hacía más interesante la situación.
 El tiempo pasó y haciendo elipsis con la situación en sí. Puedo decir que, aunque nunca nos vimos personalmente, yo me generé una idea de lo que él era. No me refiero a su fisonomía, no. Hago referencia a su forma de ser. Sus gustos, sus actitudes, sus formas de hablar. Sí. Sin escucharle la voz, la cotidianeidad de las charlas, hacía que me generara un tono, así como también, adivinara sus respuestas.
 Entonces…mi pregunta es la siguiente: ¿Podemos conocer al otro sin un contacto real? Sabiendo que el contacto virtual, por ejemplo, genera un acto no continuo que permite, en ciertos casos, ocultar lo desagradable y dilatar lo favorable…  ¿Cuántas representaciones deseadas o propias plasmamos en otros? (Claramente esta pregunta puede aplicarse en el plano real, pero en este caso está  la certeza del conocimiento “¿irreal?”) ¿Qué piensan? Tengo ganas de leer sus opiniones.