Queriendo huir de una terrible pesadilla, abrí los ojos. El silencio me calmó y vencida nuevamente por el sueño, me dormí.
-¡Nenaaa! Ya es hora de que te levantes de la cama ¡Vas a llegar tarde a tu propio casamiento!
Gracias a los gritos de mi hermana, desperté. El reloj marcaba las diez.
Por fin llegó el día, pensé y apresurada comencé a prepararme.
Después de unas horas me encontré dentro de un elegante trajecito rosa que combinaba con unos incómodos zapatos.
El camino hacia la capilla fue tranquilo; ya que no me dirigí hacia ella, en un auto descapotable, ni en un coche antiguo. Los pocos invitados sabían que no me gustaba lo que se realizaba en los casamientos convencionales, como el moño en el auto y el vestido blanco.
Al llegar tuve que esperar en un vistoso cuartito.Él no había llegado. No me sorprendí, era impuntual y como íbamos a entrar los dos juntos hacia el altar, los familiares y amigos no notaron su ausencia. Pero después de dos horas, el sacerdote se inquietó, pidió que nos retiráramos, tenía otra ceremonia.
Con angustia, bronca y miedo de lo que podía haber sucedido, llamé insistentemente al celular de Mariano; pero nunca atendió.
La tarde cedió su lugar lentamente a la noche. Entre lágrimas y recuerdos me dormí. Soñé con invitaciones rotas, con regalos, con ridículos vestidos, con policías, con una playa.
Al escuchar los gritos de mi hermana desperté. Luego de un abundante desayuno, empecé con la preparación. Primero la ropa, después el maquillaje y por último los fastidiosos zapatos.
Las doce campanadas de una Iglesia cercana, marcaron el horario en el que llegué a la capilla. Allí pude observar que ya se encontraban algunos familiares.
A diferencia de todos los casamientos, Mariano entraría conmigo. Por su impuntualidad eterna debí esperarlo en una pieza adornada con flores blancas. Donde después de unas horas, escuché las quejas del cura, el bullicio de los invitados, el silencio de la soledad.
Con los llamados telefónicos para suspender la fiesta del día siguiente y con un aviso a la policía de desaparición, pausada y lentamente terminó la tarde.
Me dormí. Ahora, me encontraba sentada en una playa solitaria contemplando un mar sereno. Pero de pronto un ruido, un grito, rompió la tranquilidad del momento, descubrí que me hallaba en mi habitación. Hoy es mi casamiento, dije y bajé de la cama.
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¿Por qué soñé esto? ¿Quién es el personaje ausente? No conozco a ningún Mariano. La protagonista era yo (los zapatos eran muy incómodos y la ropa un horror) pero si siempre digo que no me quiero casar y que si algún día lo hago va a ser de manera privada… ¿qué me está queriendo decir el inconsciente? Debe ser clara la ausencia de ese tal “Mariano”...
¿Qué son los sueños? ¿Proyecciones de deseos? ¿Creaciones de la fantasía?
Un sueño dentro de otro sueño, y otro…creo que la literatura me está afectando.