Hace unos días iba caminando por el centro, despreocupada, y sin pensar demasiado a dónde me dirigía. No estaba apurada pero la maroma de gente me llevaba a un paso ligero. En una esquina una viejita que iba delante de mí, a una distancia prudente, se dio vuelta y levantando un dedo amenazador me dijo algo a los gritos y con el ceño fruncido. Me sorprendió la actitud y no tuve reacción. No entendí sus palabras. Yo no estaba haciéndole nada, ni siquiera estaba muy cerca de ella. ¡Me asusté! Y ahora recordando su frente arrugada y sus ojos saltones pienso...
¿Me tiró una maldición? Y dentro de pocos días esto va a ser el único testimonio escrito (pero que nadie va a descubrir) ¿¿sobre el motivo de mi repentina muerte??
¿Me advirtió sobre la baldosa floja que podía pisar y mojarme? Porque la empleada del local de ropa “pipí” estaba baldeando ¿con agua y lavandina?
¿Me pidió desesperadamente ayuda en su idioma?
¿Sintió que la estaba siguiendo? ¿Estaba escapando del loquero? ¿Me confundió con su nieta maleducada que no saluda?
Ahora recuerdo algo…Cuando yo tenía entre 8 y 10 años estaba obsesionada con las brujas después de leer, justamente, Las brujas de Roald Dahl, siendo un material de consulta permanente la nota preliminar titulada “Una nota sobre las brujas” o el capítulo “Cómo reconocer a una bruja”. No quiero admitirlo, pero me acordé de este libro a partir de este hecho y ahora que ya lo encontré voy a transcribir algunos párrafos (las hojas están ajadas y con tintes amarillentos):
“Las brujas de verdad visten ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las mujeres…No olvides que las brujas tienen magia en los dedos y un poder diabólico en la sangre…Aunque tú no lo sepas, puede que en la casa de al lado viva una bruja…o quizá lo fuera la mujer de los ojos brillantes que se sentó enfrente de ti en el autobús…”
“Una bruja de verdad lleva siempre peluca para ocultar su calvicie…”
“Una bruja de verdad tiene un olfato realmente asombroso…”
“Los ojos de una bruja de verdad son diferentes…Mírala en el centro de cada ojo…el puntito negro cambiará de color…”
“Las brujas nunca tienen dedos en los pies…Su saliva es azul”.
Ya entendí. La anciana con sus gritos y su cara desencajada hizo algo por mí. Me conectó con la inocencia y la ingenuidad de aquella nena que con letra temblorosa escribió mi nombre en la primera hoja del libro, aquel que ahora está frente a mí, con las puntas hacia dentro y las hojas amarillas.