domingo, 19 de enero de 2014

¿Piropos?

 Como en un momento, me obsesioné con los Narcisos digitales,  hoy quiero plantear un tema muy trillado. Una situación que se ha planteado infinidad de veces por distintos medios. El tema en cuestión: los piropos ( léase halagos, lisonjas, invitaciones, propuestas, gritos, ¿insultos?) que solemos escuchar las mujeres  al pasar despreocupadas por una esquina con varios representantes del género masculino, al esperar el colectivo, al cruzar una avenida, al tropezar con una obra en construcción…
  El gritito o el susurro pocas veces les da resultado ¿O sí?  Somos muchas las mujeres que sentimos miedo (asco, desprecio…)  al escuchar semejantes  proposiciones en pleno ajetreo  matinal. Porque, la mayoría de los piropos, no son agradables. (Con esto estoy excluyendo al que, dice alguna frase que puede sacar una sonrisa y una mirada cómplice)
  Hace poco caminaba cerca de mi barrio, sumergida en mis ideas, hasta que los cajones con mercadería de una verdulería cercana me invitaron a desear una rica ensalada. Invitación que sólo fue propia ya que al acercarme el verdulero dijo unas frases ideales para que me alejara del   lugar. Porque al escuchar ni atiné a entrar, como una boba, seguí de largo. Y escribo “como una boba” porque no creo que el piropeador se hubiera animado a practicar lo propuesto justo en ese momento, a la vista de posibles futuros clientes. ¿ O sí?
  Sin embargo, lo anterior sería lo de menos, cuando alguna vez nos tocó lidiar con un loquito que se encargó de unir a tus movimientos frases acordes con sus partes del cuerpo  por más de una cuadra, mientras el corazón se te salía de la boca al acelerar el paso.
  Siento la necesidad de exponer, de alguna manera, la cuestión,  para así encontrar en la respuesta de los hombres un indicio de lo que seguramente me estoy perdiendo. ¡Así que, espero sus respuestas, muchachos!
¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Siempre? ¿”Levantan” así? ¿Qué opinan al respecto?