Hay una fecha que me
convierte en más problemática. Un día en el cual, parece, voy en contra del mundo y
él se empeña en mostrármelo, en cada llamado, en cada visita, en cada mensaje.
Fue, en otras ocasiones un día festivo, torta, velitas, comida, familia,
amigos, salida, pseudodescontrol pero… Tal vez comentando cómo en esa jornada
todas las luces de la filmación mental
apuntan a la misma persona, a mí, se entienda el calor interno y el rechazo.
Entonces…plantear la idea de vivir mi cumpleaños como un día normal, o
peor aún, un día para estar en mi casa, así, sin más, respondiendo los llamados…
para varios es motivo de locura. Es
impulso necesario para hablar, en secreto, sobre lo mal que estoy o sobre las
rarezas de mis vivencias.
Mi
respuesta frente a la cuestión: ¿Por qué siempre nos tenemos que adecuar a los
otros? Otros, “mis otros”, los que me quieren, los que siempre están pretendían
aunque sea una reunión nocturna tranquila, un encuentro vespertino, o una luz verde para
aparecer en casa. Pero esta vez dije no. En esta circunstancia, planee una
huida con la familia de origen y aunque no resultó a la perfección porque
apareció mi abuela con su ramito de flores y su saludo “felices 25+ 2” , fui feliz así, recluida,
refugiada y en pijama.