El murmullo
de los transeúntes se unía al ronroneo feroz de la avenida sin embargo, la
brisa suave de mañana estival y el sol cálido acompañaban la charla amena al
cruzar una a una todas las cuadras que nos separaban del lugar de destino. La
conversación rondaba sobre temas superfluos y clásicos frente a las futuras
vacaciones quienes se acercaban, deseosas, con el correr de los días. “Esta vez no nos quedamos con las ganas del
bar a orillas del mar nocturno”; “Siempre a último momento”; “Si ahora llegamos
y no está lo que querés, no te acompaño más, eh…menos mal que salimos
temprano para los últimos detalles.”
Risas, reproches y propuestas hasta que el
entorno se hizo presente cuando en un momento alguien que venía frente a
nosotras me clavó la mirada. Escuché en voz baja ¡ay! ¿por qué te mira tanto?
Y no pude responder. En las milésimas de segundos que duró el contacto
de miradas, mientras él y yo seguíamos
nuestros caminos opuestos, un “lo conozco” repetitivo me invadió de
certeza difusa. “Lo conozco” ¿Quién es? “¿Lo
conozco? ¿Quién es? ¡Lo conozco! ¿Quién era? Mariposas en la panza. La
reflexión me hizo dar vuelta rápido para mirarlo nuevamente, o para seguir con
el contacto ya que al instintivamente mirar hacia atrás, sin necesidad de buscarlo,
él, también, me estaba mirando, buscando con la mirada y sonriendo con complicidad. Nuevamente escuché a mi hermana, al buscar el frente de mi camino, que me decía “Te sacó fotocopia” y como un mandato
lanzaba “¡Ya! Me decís quién era”.
El silencio entre ambas duró una cuadra. “Ahora te cuento” le dije, sabiendo que
no tenía qué decir. Contarle que había sentido algo extraño era tal vez
exagerado; decirle que estaba segura de que no lo conocía era ridículo porque ella
también había percibido un contacto más allá de ese micromomento. Había visto
la risa entre ambos, la mirada de él antes de que yo lo percibiera… De repente, mi hermana interrumpió mis pensamientos un minuto y me dijo, como
tantas otras veces, “no puedo dejar de
mirar a la gente a la cara”. Mi respuesta, como tantas otras veces, fue “no tengo los anteojos, me gusta no ver todo
tal cual es”. Y aunque ella me tildó
de exagerada y yo sé que la miopía que me afecta no es para tanto, a veces
sirve de excusa para entender las situaciones que la realidad no me permite
explicar. ¿Quién era? No sé. Estoy muy segura de que nunca en mi vida, desde
que tengo recuerdo, lo vi, pero sentí
una conexión cotidiana y feliz. Un lazo más allá de la contemplación esporádica
de dos transeúntes que se observan entre tantos y parecen atraerse. Él me conocía y yo a él. De dónde, no lo sé.
Intrigante.
ResponderEliminarSí. Mucha intriga, Gonzalo. Me gustaría saber cuál es el manejo cauteloso del que mueve ciertos hilos para que se presenten estas situaciones...
EliminarMetafísica, pensé en metafísica... Y estaba por escribir que eso de la metafísica me hizo recordar mucho a Sabato...
ResponderEliminarY justo miro para allá =======>
Y veo que tenés una cita de "El túnel", de Sabato. (Aguante la metafísica. Jajaja!
Me gustó! (Dejate de joder y escribí más seguido, dale?)
Beso!
¡Aguante la metafísica, carajo! ( ¿ o era la ficción? jajaj)
EliminarQué bueno que haya gustado. No sé si logré expresar bien lo que sentí en el momento y cómo sucedió el hecho.
De más está decir que quiero volver a verlo o que suceda algo similar otra vez. Fue genial. Un sentimiento tan nítido, vívido y a la vez tan singular...
(Haré lo posible para volver por estos lares más seguido,Dan!)
Besos!
Me pasó un par de veces. Aunque para mí, mientras yo pensaba "¿de dónde la conozco?", ella pensaba "¿por que no deja de mirarme ese tipo raro?"
ResponderEliminar¡Sí,Mr.Popo! Lo pensé, también jajaj. Es una posibilidad. Pero me niego a creerlo así. Se lo conté a ciertas personas ( sólo a ciertas porque con estas situaciones la gente te mira raro, pone cara extraña y afirma como si estuviera loca) y obtuve respuestas dispares.
EliminarSeremos gente "rara", che. Habrá que conformarse.
son lindos momentos para vivir en la calle, que cada vez son menos....
ResponderEliminarasí que solo queda disfrutarlos cuando pasan... salu2....
Es triste que por cómo está la calle, a veces uno tenga que optar por distintos transportes y omitir las caminatas con sabor a descubrimiento.
EliminarMágico! Me pasó una sola vez, distraída, sola... Rara sensación, hermosa conexión... No hay que buscar respuestas, solo vivirlo.
ResponderEliminarBesos muchos!
Te haré caso, entonces, Lo Li. No buscaré más respuestas. Y sí, es mágico. Muy difícil de explicar...
Eliminar¡Besos y gracias por pasar!
seguramente de las vueltas de la vida, que son siempre tantas como las de una calesita.
ResponderEliminarbesos! muy lindo por acá también, besos :)
¡Así debe ser, Belén Be!
Eliminar¡Bienvenida!
Me gusta! Generalmente soy de encarar aunque no recuerde el nombre, por lo menos con un "hola" y mientras tanto la máquina mental está a mil pensando "quién sos????". Por suerte tengo mejor memoria para las situaciones, así que me pasa al revés de Calamaro cuando canta eso de "brindo porque recuerdo tu nombre pero olvidé tu cara".
ResponderEliminarBeso, Lunita!
¡Gabrielli! Estoy segura de que con el chico misterioso no nos vimos antes, al menos en esta vida...
EliminarNunca digas de este agua no he de beber... un buen porcentaje de la vida no la recorremos conscientemente. Dejá fluir, si podés!
EliminarMuchas veces me ha pasado eso!!! Que no recuerdo ni el nombre ni de donde conozco alguien...un poco loco! Saludos!
ResponderEliminarSí, un poco loco.Pero...¡¡prefiero la cordura de creerme loca y no la locura de sentirme cuerda!
Eliminar¡Bienvenida, Hey Virginia!